Archivo de la categoría ‘Tapas / Raciones’
La Casona de Petra (Villarmentero de Campos, Palencia)
Este finde hemos ido a visitar a unos amigos en León y ya de paso intentamos cumplir con nuestro trabajo. Hacer evidente lo evidente, lo que reza nuestro lema: “lo importante es una buena comida”. Como ya sabéis en este blog somos todos muy viajeros aunque lo de coger el coche nos da un poco de pereza. Así que, como de Zaragoza a León hay la friolera de cuatro horas y media, decidimos hacer “parada y fonda” una vez pasado Burgos.
Una búsqueda rápida en Google Maps nos llevó a un pueblo de Palencia. La verdad es que nunca había pensado hacer noche en la provincia Palencia, quizá porque hay provincias que no te dicen nada, y seguramente sea por desconocimiento, pero Palencia, Albacete, no sé. En esta ocasión apenas nos desviábamos de autopistas y autovías unos 15 km y decidimos parar a dormir en La Casona de Doña Petra.
En su web se puede leer:
Situada en Villarmentero de Campos (Palencia), a medio camino entre Frómista y Carrión de los Condes y a 37 kilómetros de Palencia, en el corazón del Camino de Santiago palentino, la Casona de Doña Petra es la última joya incorporada al repertorio de casas rurales con encanto de Castilla y León. En un entorno rural absolutamente propicio para el descanso y en plena ruta del románico palentino, la Casona se levanta sobre el que fue un antiguo hospital de peregrinos, del que existe documentación escrita y, sobre todo, oral, transmitida de generación en generación. Sobre los gruesos muros de aquel hospital se ha construido la Casona de Doña Petra, de base rectangular y tres plantas –dos en origen-, con techos artesonados y labrados, unidos por fajones atirantados por grandes vigas de madera, cuyos extremos se proyectan al exterior para conformar amplios alares, igualmente en artesonado de madera. En su interior se han descubierto restos de escritura judía, ubicados en una hornacina empotrada en uno de los muros, así como un silo de gran dimensión hallado en el subsuelo de una de las estancias, del que se desconoce su antigüedad y utilización en el pasado. Los ventanales estaban dotados de rejas finamente labradas, de las que se conserva algún ejemplar.
Al llegar sobre las 20,35h. nos ofrecieron unos platos combinados pues el menú ya no lo daban. Así que pedimos uno de pechugas y otro de lomo. De postre un helado de vainilla y un flan casero. Para bajar la cena, un cafecico descafeinado con hielo y para la cama. Todo por unos 11€ por barba.
La verdad es el que el edificio es muy chulo y la gente que nos atendió muy amable, ciertamente.
Fotos:

La Casona de Petra
Plato combinado de lomo, patatas, ensalada y pimientos
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Mapa:


La Antigua Carbonera (Zaragoza)
Nuestro compañero Javier, alma pater de éste, nuestro querido blog, había sido invitado a impartir un taller en el Centro de Arte y Tecnología de la capital maña, por todos conocido como Etopia. Y allá que fuimos una tarde zaragozana de julio, a las 18:30 con chaqueta de invierno y bien abrigadicos. Tras una presentación de Viriato (el organizador), Javier nos explicó los aspectos introductorios sobre la curación de contenidos y luego desenfundamos el portátil y realizamos algunas prácticas sobre el tema que cada miembro (con perdón) del taller había propuesto. Los temas, sin duda, de lo más variopintos: desde la «ganadería bovina» hasta el «blockchain y la tokenización», pasando por la «fotografía de desnudos con sangre». Enseguida llegaron las 21.00 horas y como los chicos de On topic (Viri y Livia) nos habían prometido, bajamos al espacio de coworking de la planta baja para tomar una cerveza Ámbar. Sin embargo sólo nos quedamos los organizadores, el ponente (acepción de docente), Jesús (compañero de curro) y Ángel, un hombre del renacimiento, no por viejo, sino por la multitud de disciplinas que practica. Lo mejor de cada casa, vamos. Livia nos preguntó si les queríamos acompañar en la cena y en un alarde de compañerismo y generosidad, no nos pudimos negar a la invitación.
Así que, como la reserva era en La Antigua Carbonera (Av. Pablo Gargallo, 84, 50003 Zaragoza) fuimos alcorzando y hablando sobre el término aragonés Alcorce, que siempre es un tema muy socorrido. Todos los que trabajamos en la pasarela sabemos que estas cenas que se preparan tras un acto, charla, congreso o taller, son un mero trámite donde las convenciones sociales a lo largo de los años las han convertido en algo protocolario.
El problema que hemos detectado en este tipo de cenas, es que hay temas que no se pueden sacar a la mesa (nunca mejor dicho). La política, la religión y conversaciones que puedan dar lugar a polémica, como Cataluña, el Barsa, los gitanos o cuestiones similares. Por eso la primera media hora suele ser una toma de contacto, lo que vendría a ser en lenguaje popular: «a ver de que pie cojea cada uno». Tanto los organizadores como el ponente deben mantener la compostura y mostrarse como «no son». Por ello, al principio siempre se tocan temas poco trascendentes, lo que vendría a ser «conversaciones de ascensor con un pelín más de enjundia». Una vez pasado ese trámite introductorio, se profundiza en temas de índole personal, que si los hijos por aquí, que si el trabajo por allá, que vaya con el IVA, que los autónomos ésto, que los funcionarios lo otro…
Conocedores de esta problemática, que lejos de terminarse, cada día se acrecienta, Jesús y yo mismo decidimos dinamitar la cena, evitando así cualquier tipo de convencionalismos. La idea consistía en meternos con nosotros mismos. Yo pondría el foco en Jesús y él pondría el foco en mí, contemplando incluso violencia verbal si hubiera sido necesaria. De esta manera nos mostraríamos, unas veces como héroes, otras como villanos … Era una estrategia arriesgada pero al fin y a la postre fue efectiva. La intención era que Javier se llevara una buena impresión de los zaragozanos y conociera ese don que dios nos ha dado de «buena gente», hospitalaria y un poco «tocados por el cierzo».
Pero centrémonos en lo que aquí nos ha traído, que es el tema de las comidas. Se llegó a un consenso rápido, capitaneado por el liderazgo de Livia: una ensalada para compartir y una tostada. La ensalada estaba buena y las tostadas (rulo de cabra, fuá, y bacalao) también. Aunque pueda parecer trivial la frase anterior no debéis menospreciar la calidad y capacidad culinaria de #moverelbigote. En plena cena y gracias a la discrección de Jesús salió en la conversación que Javier y yo mismo teníamos un blog de comidas de todo tipo y Javier tuvo a bien leernos una de las mejores críticas que se han escrito a lo largo (y ancho) de la historia y que claramente podría haber ganado la Judía Verde con Ajos Tiernos (que vienen a ser los Pulicher de la media y baja gastronomía). El texto publicado en Embutishop reza:
La cecina de vacuno de Embutidos Manolo viene envasada en lonchas finas y al vacio. Cada paquete contiene unas 9-10 lonchas, que presentan una tonalidad de roble que les confiere presencia. Es recomendable abrir el paquete en un entorno lo más neutro posible para que la liberación empape nuestras papilas olfativas.
Todo en esta cecina es suave, excepto el color que le da cuerpo. Textura agradable y sabor sin estridencias, no excesiva grasa y una experiencia de masticación agradable. Otras cecinas te achorizan, pero esta no lo hace apenas. El olor también acompaña, pues a la explosión a la apertura del paquete sigue un acompañamiento dulzón, que embriaga.
Recomiendo guardar una loncha y enrollarla en una porción de chocolate negro. El contraste dulce-tosco es como mínimo un reto al alcance de muy pocos. Acompañar de un crianza
Además se habló del frigo de Livia, de los cursos de verano de Ángel sobre «Brujas, vampiros y zombis», de marathones y de convenios colectivos de funcionarios, de tranvías y de fotografía líquida. Una cena nada convencional.
El servicio es bueno y la camarera maja (en el sentido aragonés del término). Con café y algunos con postre (Ver fotos) 10 euros por barba. Queda recomendado.
Fotos:

Javier preparando el taller
Tostada de queso de rulo con mermelada o algo
Postre de queso que no sabe a queso
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Mapa:


Asador Cristina (Marina d’Or Ciudad de Vacaciones, Castellón)
Marina d’Or Ciudad de Vacaciones es a Las Vegas lo que Terra Mítica a Port Aventura: una copia mala y parcial. Por ese motivo, aprovechando que había estado en Castellón corriendo como un descerebrado la distancia de cuarenta y dos quilómetros y ciento noventa y cinco metros, me acerqué con la familia a visitar esta conocida extensión de Oropesa del Mar. Es mi máxima: si algo es cutre, decrépito o ambas cosas, hay que verlo.
Y la verdad es que no decepcionó. A la entrada, un espectacular arco de bienvenida no se puede leer completo porque alguien calculó mal a la hora de plantar las palmeras que lo preceden; las calles, desiertas en su mayor parte; los grandes bloques de apartamentos, repletos de carteles de Se vende o Se alquila y flanqueados por solares que iban a ser edificios y quedaron en descampados para gatos. Todo ideal, volveremos.
De todos modos aquí hemos venido a comer, así que no me ando más por las ramas y me planto delante del Asador Cristina, que para ser fieles a la realidad está situado en término municipal de Ribera de Cabanes, justo delante del Camping Playa Torre la Sal. Que la verdad no te estropee un bonito titular.
El restaurante está regentado por alemanes, en apariencia, y lo atiende un camarero simpático y también aparentemente germano que hace recomendaciones de precio (no se puede pedir medio menú, si solo quieres un plato para los niños te traigo la carta con platos para niños; el postre está incluído en el menú, pero si los niños quieren postre lo pagas aparte), que excusa su lenta escritura del pedido en que es nuevo y que informa de que la diferencia entre la tarta tres chocolates y la tarta irlandesa es el color.
Íbamos cuatro y pedimos dos menús y dos platos para niños, que resultaron ser platos combinados que podía pedir todo el mundo. Los menús consistieron en arroz con bogavante y cordero y los platos combinados llevaban huevos fritos, patatas, pollo y croquetas. Como postre, tarta tres chocolates y un flan, y antes de todo eso nos sirvieron una ensalada de cortesía. Todo correcto, sin florituras, y a un precio total de 32,80 euros (32,80 al cambio).
Después de la comida hicimos la digestión conduciendo hacia otra de esas atracciones de la zona que no se pueden obviar: el aeropuerto del abuelo (también conocido como Aeropuerto de Castellón – Costa Azahar, código IATA CDT). Una jornada inolvidable.
Fotos

Entrada a Marina d’Or Ciudad de Vacaciones
El aeropuerto del Abuelo, también conocido como de Castellón
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Mapa:


XXI Concurso de Tapas de Zaragoza y Provincia
Este mayo se ha celebrado en nuestra ciudad el XXI Concurso de Tapas de Zaragoza y Provincia. Durante quince días casi 80 bares y restaurantes de Zaragoza y su Provincia ofrecen al público sus mejores creaciones.
La idea es sencilla, te compras una tira (así se llama) que cuesta 7,5 leuros. Cada tira de vales incluye 3 tapas y 3 bebidas o 3 tapas, 2 bebidas y 1 pastelito.
Hay tres tipos de tapas en cada establecimiento:
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-Tapa Aragonesa: tapas donde primen los productos de la tierra y la tradición gastronómica aragonesa.
-Tapa Original: elaboraciones donde primen la innovación y la creatividad.
-Tapa Libre: tapas donde cada establecimiento tiene libertad para elaborar sus mejores especialidades.
Así que cogimos el mapa de concurso que se puede pillar en cualquier restaurante que participa en el mismo. Cogimos escuadra y cartabón, un compás y un rotrin de cuando íbamos a BUP y COU y establecimos un área de rastreo. A través de la web del concurso pudimos ver las fotos de las diferentes tapas, así que fue fácil decidir. Una vez hecho el croquis, partimos con la idea en la cabeza de que debíamos tirar la casa por la ventana como si no hubiese un mañana. Como muestra, un botón.
Fotos:



La Oliva Restaurante (Las Palmas de Gran Canaria)
Ariel Brito me invitó a comer no sin antes asegurarse de que me ganaba hasta la última miga de pan que me iba a meter en la boca. Previo al primer pinchazo de tenedor, estuvimos tres horas caminando por el centro de Las Palmas, tiempo durante el cual me explicó la historia de la ciudad y sus leyendas. No contento con eso, organizó un encuentro sorpresa con Jesús Posada, presidente del Congreso de los Diputados (no tenemos prueba gráfica, nos hubiera gustado posar con Jesús pero llegaba tarde a su siguiente cita), e incluso me llevó a una biblioteca. Gracias por esa estupenda mañana, Ariel, debo reconocer que me dejaste mudo hasta el punto de que para poder impartir el curso de la tarde tuve que chupar casi medio bote de Lizipainas.
Pero dejémonos de preliminares y vayamos a la consumación del acto. La comida fue en La Oliva Restaurante, en una esquina de la Playa de Las Canteras (bueno, del paseo más bien). El lugar es extraordinario, no solo por las vistas al mar sino porque es donde se suelen poner los músicos ambulantes.
Nos atendió una camarera más seca que los polvorones de Utrera, cosa extraña porque generalmente en Las Palmas todo el mundo es simpático para los estándares peninsulares. De todos modos, pese a ello la comida fue excelente. Todo es cuestión de ponerle voluntad.
Comimos como si no hubiera mañana:
- Papas arrugadas. Si vas a Canarias y no comes esto, a la salida en el aeropuerto te cobran una tasa por gilipollas.
- Croquetas temáticas. Aparentemente cada una tenía un sabor distinto, pero aunque los colores sí variaban para mi todo había salido de la misma masa.
- Calamares. Muy buenos, lo único que me sabe mal es que estaba tan lleno que no pude comer todo lo que hubiera querido.
- Queso frito con mermelada. Un vicio, esto me encanta. De hecho, volví al restaurante un par de días más tarde solamente para comer este plato.
- Pan bizcochado con all-i-oli. En esto los canarios son raros, pues le echan hierbas al all-i-oli.
- Tarta de chocolate. Una bomba de relojería que lleva crema pastelera escondida entre las capas de chocolate. Si yo fuera joven, me habría comido dos, pero como estoy en la crisis de los 38 solo pude con la mitad de una. Ariel prometío comerse lo que yo dejara, pero al final decepcionó un poco porque no pudo con tanto trote.
Para beber, tres cocacolas y una botella de agua. De sobrepostre, un café. Aunque pagó Ariel, la cosa costó 44 euros (44 al cambio).
Ya en la sobremesa, aparcamos la oreja en la mesa de al lado para intentar enterarnos de la identidad de una señora con pinta de alemana que hablaba en buen castellano con un señor de acento canario. La razón de nuestro interés era que la señora parecía ser una escritora que hablaba con su agente literario (al menos, eso nos imaginamos). Al final no descubrimos nada, y eso que estuvimos a punto porque casi le preguntamos.
En fin, una buena experiencia y restaurante recomendado. Agradezco al anfitrión su hospitalidad y espero corresponder cuando se acerque a Vic. A ver si el próximo otoño…
Fotos
Ariel encargando la comida. Lamentamos la mala calidad de la imagen, que sale parcialmente corrida
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